¿Antojos nocturnos? Te explicamos el porqué
Todos hemos oído
hablar de los antojos y sabemos que, aunque las embarazadas se llevan la fama,
a todos nos ha pasado alguna vez. Y de noche, todavía más. Normalmente, la
situación es la siguiente: Ya hace unas horas que has terminado de cenar y te
encuentras en el sofá viendo la televisión o leyendo tranquilamente. De
repente, pierdes la concentración de lo que estás haciendo y parece que sientes
un agujero en el estómago. Entonces solo puedes pensar en lo que te apetecen
unas galletas, madalenas, un trocito de chocolate, pipas,… A veces eres capaz
de reprimir la tentación, pero otras veces no. Y después te arrepientes.
Pues no te sientas un bicho raro. El picoteo nocturno es
bastante habitual. Y resulta ser así porque, según sugiere un reciente estudio
publicado en la revista Obesity, el
reloj interno del cuerpo (el ritmo
circadiano) es capaz de aumentar por la noche el apetito y el deseo por dulces,
almidones y alimentos salados.
Tal y como explican en la web MedCiencia,
desde una perspectiva evolutiva, la necesidad de consumir más alimentos por la
noche podría haber ayudado a nuestros antepasados a almacenar energía para
sobrevivir más tiempo en épocas de escasez de alimentos y hambrunas. No
obstante, en la actualidad, la ingesta nocturna de alimentos altamente
calóricos puede provocar un aumento de peso significativo.
“Por supuesto, hay muchos factores que afectan a la ganancia
de peso, principalmente la alimentación general y el ejercicio físico. Pero
hemos encontrado que las personas que comen mucho por la noche, especialmente
alimentos y bebidas altamente calóricas, son más propensas a padecer sobrepeso
u obesidad” comenta el Dr. Steven Shea,
principal autor del estudio.
Además, nuestro estilo de vida actual también puede estar
ayudando a que nos veamos tentados a consumir alimentos por la noche. Solemos
quedarnos hasta altas horas de la noche viendo la televisión, navegando frente
al ordenador o simplemente escuchando música o leyendo un libro. Por un lado,
esto provoca que no durmamos lo suficiente, lo que puede favorecer que
aumentemos nuestro peso corporal a medida que pasa el tiempo. Por otro lado,
estar despiertos hasta más tarde también favorece que estemos más tiempos
tentados a comer y es más probable que acabemos picoteando algo.
El papel del ritmo
circadiano
El equipo de investigadores capitaneado por el Dr Steven
Shea han hallado mediante una investigación que el ritmo circadiano regula el
hambre. Según su estudio, los participantes sentían menos hambre por la mañana
(8h) y más a la tarde (20h). Por ello, el estudio concluye que el ritmo
circadiano interno provoca un pico de apetito a últimas horas del día lo que
puede promover que comamos mucho por la noche.
Para evitar contrarrestar esta situación, es muy aconsejable
repartir bien la comida que ingerimos durante el día para evitar tener muchísimo
apetito cuando llega la noche. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, el
desayuno debe ser la principal comida del día con un importante aporte energético.
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